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04-07-2003 Boletín marista 81 - 4 julio 2003
Hermano Alfonso Fernández, mejicano,
vicepresidente de la Confederación Americano Latina de Religiosos (CLAR)
BUSCAMOS UNA VIDA RELIGIOSA QUE SEA MÁS SIGNIFICATIVA PARA LA IGLESIA Y EL
MUNDO DE HOY
H. Lluís Serra
El hermano Alfonso de Jesús Fernández Peña, 52 años, nació en México DF.
Tras estudiar pedagogía y matemáticas, obtuvo la Licenciatura en Teología
Pastoral Catequética en la UPS (Universidad Pontificia Salesiana) de Roma. Se
ha dedicado a la educación, a obras de inserción y a la formación. Ha sido
provincial de México Central (1996-2002) y capitular. Actualmente es el
presidente de la CIRM (Conferencia de Interreligiosos de México),
vicepresidente de la CLAR, y Superior y Director del colegio Pedro Martínez
Vázquez de Irapuato (Guanajuato).
A inicios de mayo, la Presidencia de la CLAR a la que usted pertenece ha
acudido al Vaticano. ¿Se trata de una visita rutinaria o de una llamada al
orden?
Hemos venido antes de terminar nuestra gestión de servicio, que termina el 3 de
julio del presente en la Ciudad de México con la XV Asamblea General, para
agradecer y mantener las relaciones con los Dicasterios de la Vida Consagrada y
con la Doctrina de la Fe. También teníamos interés por conocer al nuevo
secretario de la Doctrina de la Fe.
Dígame algunos datos de la CLAR
La Conferencia Latinoamericana de Religiosos (CLAR) inició el 2 de marzo de
1959. Actualmente la conforman 22 Conferencias Nacionales de América Latina y
el Caribe.
Entre sus objetivos están: coordinar las iniciativas y servicios comunes de las
Conferencias Nacionales; fomentar la comunión y la mutua colaboración entre los
Institutos y las Sociedades de Vida Apostólica; y establecer una oportuna
coordinación y cooperación con el CELAM (Conferencia Episcopal Latinoamericana)
¿Cómo son sus relaciones con los dicasterios de la vida religiosa y de la
doctrina de la fe así como con el CELAM?
Con el Dicasterio para la Vida Consagrada es normal, se pudiera decir de
mantenimiento.
Con la Doctrina de la Fe hemos tenido algunas dificultades que nos obligaron en
el pasado mes de octubre a venir a dialogar sobre el término refundación y
sobre algunos puntos sostenidos por los teólogos de la CLAR.
Con el CELAM tenemos buenas relaciones y algunas actividades en común.
Tengo la impresión de que ustedes, religiosas y religiosos, viven inmersos
en los problemas políticos, sociales y económicos de América Latina y afrontan
el mensaje evangélico con audacia. ¿Cree que sus voces resultan incómodas?
Creo que el proceso del Camino de Emaús ha despertado una respuesta muy
positiva de la vida religiosa latinoamericana y algunas suspicacias en la
Doctrina de la Fe que nos ha llamado la atención en el uso de términos como
Concilio de la Vida Religiosa, refundación, opción por los pobres, etc.
Hablan a menudo de 'el camino de Emaús'. Explíqueme de qué se trata.
La CLAR anima a todos los religiosos a seguir recorriendo caminos de
refundación, con nuevo impulso que garantice lo ya iniciado y nos ayude a
configurar, en fidelidad creativa a nuestros carismas, invitándonos a una vida
religiosa que por su fidelidad al Evangelio sea más significativa para la
Iglesia y el mundo de hoy.
La XIV Asamblea general, tenida en Venezuela en el 2000, nos invita a todos y
todas a llevar a cabo un PROCESO de la Vida Religiosa de América Latina y el
Caribe, bajo el lema 'Por el Camino de Emaús", buscando caminos juntos en
el empeño por expresar, con la palabra y con la vida, lo esencial del
seguimiento de Jesús desde la vida religiosa.
Una de sus líneas básicas de la CLAR apunta a una renovada opción
preferencial por los pobres. ¿En qué aspectos prácticos se concreta?
Que los religiosos/as, mediante un análisis de la realidad actualizado, ayuden
a dar respuestas nuevas a situaciones nuevas.
Sin renunciar a las líneas fuertes de los setenta y de los ochenta, se acentúan
ahora otras, como el acompañamiento, la presencia, la solidaridad con sus
causas y la creatividad esperanzada.
Hablan también de nueva eclesialidad. ¿Qué modelo de Iglesia proponen?
Más que de elaborar un modelo, se trata de fomentar la renovación de la vida
religiosa como experiencia profética de fraternidad en la comunión de carismas
eclesiales integrados en una misma Iglesia local y abierta al diálogo
macroecuménico con el mundo.
Los jóvenes constituyen otro punto de su programa, ¿en qué sentido?
Descubrir el universo simbólico de las culturas juveniles y tomar conciencia de
los desafíos que presenta a nuestra practica educativa y pastoral para recrear
juntos la vida religiosa en este cambio de época.
Los jóvenes por debajo de los 25 años, que son más del 50% de la población de
América Latina y el Caribe, manifiestan heridas muy sangrantes que nos permiten
revaluar nuestros proyectos sociales, políticos, culturales y religiosos.
Siendo una entidad de hombres y mujeres consagrados, no han dejado de lado
los problemas que afectan a la mujer. ¿Qué desafíos en este campo quieren
resolver?
Incentivar la conciencia de género para descubrir la riqueza y la fecundidad de
la reciprocidad en las relaciones hombre/mujer al interior de la vida
religiosa, y recuperar la memoria histórica de la vida religiosa femenina de
América Latina.
Buscan una espiritualidad encarnada. ¿Cómo piensan conseguir está síntesis
nada fácil?
No es fácil pero se está tratando de proponer algunos medios que creemos pueden
ayudar, tales como favorecer el encuentro personal y comunitario con Jesucristo
en una espiritualidad encarnada, liberadora e inculturada; socializar las
experiencias de animación espiritual; apoyar la lectura orante de la Biblia y
de los signos de los tiempos; e impulsar la expresión simbólica inculturada en
imágenes iconográficas, símbolos propios, expresiones litúrgicas, etc.
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