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23-06-2003 Buletín marista 70, 23 mayo 2003
Ramon Bereicua Basauri, misionero en Japón
desde hace 44 años
'ANDAMOS DESBORDADOS DE TRABAJO PASTORAL'
H. Lluís Serra
El hermano Ramón Bereicua Basauri, 71 años, nacido en Soraluze-Placencia de
las Armas, Guipúzcoa, España, donde realizó los estudios primarios con los
maristas. Cursó el juniorado y el noviciado en Anzuola, Guipúzcoa, y el
escolasticado en Grugliasco y Bairo, Italia. Es Licenciado en Letras por la
Universidad de Londres, Master's Degree en Lingüística por la Universidad de
Nueva York. Ha sido profesor de idiomas, director de Kobe y Kumamoto, en cuyos
colegios sigue como miembro del Consejo de Administración, y superior de
Sector. Actualmente es representante legal de los maristas en Japón.
¿Algo bueno habrá encontrado en vivir en Japón cuando usted lleva allí
tantos años?
Desde que llegué a Japón en 1959, son ya 44 años, tengo que decirle francamente
que estoy enamorado de este país. ¡Qué suerte la mía el poder haber vivido aquí
más de la mitad de mi vida! Siempre doy gracias al Señor por haber sido
escogido para ser misionero en estas tierras con una cultura tan fascinante y
exótica, tan rica en valores humanos y estéticos, y tan diferente a la nuestra.
Creo sinceramente que el Japón me ha enseñado mucho más de lo que yo he podido
ofrecer. Para este acercamiento tan íntimo y personal a este mi país de
adopción ha sido clave muy importante mi dominio de la lengua japonesa, base
esencialísima de inculturacion. Sin ello no hubiera podido responder a esta
pregunta.
Usted es vasco, ¿cómo fue a parar al Japón?
Si, muy muy vasco a pesar de ser oriundo de una villa que durante siglos fue
centro y cerebro, en la cuenca del rio Deba, de una importantísima industria
armera que suministraba armas al Imperio Español en sus desmesurados afanes de
conquistar al mundo. Descendiente de armeros, llevo mucha pólvora y carga
explosiva en mi DNA...
Ya de muy joven sentía la vocación de ser misionero. De niño pude oír las
andanzas misioneras de una familia vecina, los Bolumburu, con la que tratábamos
mucho. Tenían cinco misioneros en la familia, tres jesuitas y dos religiosas,
en China y en el Japón. Mi educación con los maristas así como el ejemplo de
hermanos misioneros en el juniorado y noviciado contribuyeron enormemente a
afianzar esta peculiar vocación. Todo esto me llevó a ofrecerme al hermano
Leónidas, Superior general, para las misiones. Mi primer destino fue Sri Lanka
a donde llegué en 1951. Preciosa isla tropical en la cual tuve la oportunidad
de profundizar mi encuentro personal con una antiquísima y brillante
civilización, el budismo, el hinduismo, el islam y un catolicismo vibrante
introducido por san Francisco Javier. Un gobierno que inició un proceso de
nacionalización de escuelas católicas me obligó a abandonar el país con mucha
pena en 1959 para empezar otra misión en el Japón.
Desde tiempos de san Francisco Javier, evangelizar el Japón ha constituido
un sueño, pero no parecen ustedes haber tenido mucho éxito...
San Francisco Javier es todavía muy admirado en el Japón porque sentía un
cariño especial por el pueblo japonés. Tuvo mucho éxito en su corto apostolado
y creó una misión muy floreciente. Llegó después una crudelísima persecución
que duró unos 250 años. Miles de japoneses dieron su vida antes de renegar de
su fe. Es verdad que no hemos tenido mucho éxito... pero nunca hay que perder
la esperanza y la misión tiene que continuar.
¿Es verdad que el agnosticismo actual de los japoneses tiene sus raíces en
haber dejado de creer en la divinidad del Emperador al perder la segunda Guerra
Mundial tras el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki?
Al final de la segunda Guerra Mundial (1945), más o menos durante una década,
hubo un gran acercamiento de los japoneses a la Iglesia Católica. Hubo muchos
bautizos y llegaron muchos misioneros con la esperanza de lograr conversiones
masivas pero este movimiento popular no duró mucho. Llegó después la
industrialización, el progreso, junto con el hedonismo que socavaron la
búsqueda de lo transcendental dando origen a un agnosticismo y sincretismo cada
día más en auge.
¿Cuáles fueron los orígines maristas en Japón?
La revolución de China en 1949 puso casi fin a la presencia marista en aquel
país y los hermanos expulsados intentaron fundar nuevas misiones maristas en
diferentes países del Continente asiático. Los dos primeros hermanos que
llegaron a Kobe en 1951 procedían del colegio marista de San Luis de Tientsin.
Hace unos años Kobe sufrió un terremoto y el colegio marista quedó reducido
a la nada. ¿Cómo están actualmente las cosas?
En mi vida no olvidaré aquella mañana del 17 de enero de 1995. Hubo más de
6.000 muertos en nuestra ciudad de Kobe. El colegio y la residencia quedaron en
ruinas. Con una ayuda masiva de la Iglesia Católica y de los simpatizantes así
como con cierta colaboración del gobierno japonés hemos podido reconstruir un
nuevo pabellón escolar y una nueva residencia. Nos quedan deudas bancarias.
Estamos siempre a la espera de manos generosas que puedan ayudarnos.
Tengo entendido que existe otro centro educativo con el sello marista aun
cuando no hay hermanos en él.
Si, el gran colegio coeducacional de Kumamoto. Por falta de personal ya no hay
presencia marista, aunque sigo en el Consejo de Administración del colegio.
Confían que algún día podrán volver los hermanos.
¿Cuántos hermanos hay que sean nativos del Japón?
En el momento actual nos quedan dos hermanos japoneses.
Ahora forman una comunidad de tres hermanos. Parece ser que la pastoral
latinoamericana constituye una realidad floreciente.
Si, en Kobe formamos una comunidad de tres hermanos que se halla ubicada junto
al colegio internacional. Uno de los grandes retos que afronta la Iglesia
Católica es la pastoral latina. Durante las dos ultimas décadas, la población
católica del Japón se ha duplicado con la llegada de miles de emigrantes
latino-americanos: brasileños, peruanos, bolivianos y también con una fuerte
presencia de filipinos. Son ya varias las diócesis en las que estos inmigrantes
son ya mayoría. Andamos desbordados de trabajo pastoral sin poder atender a
todo este nuevo mundo que se está afincando en el Japón. Mitte Domine
operarios in messem tuam! (Envía, Señor,
operarios a tu mies)
¿Qué futuro tiene la presencia marista en Japón?
A pesar de la falta de personal y de los grandes problemas que hemos tenido que
afrontar estos últimos años, me siento optimista sobre el futuro de la
presencia marista en Japón. Creo que el sueño de Champagnat de estar presente
en todas las diócesis del mundo incluye de una manera especial al País del Sol
Naciente.
La ultima reunión regional marista de Asia, que ha tenido lugar en Hong Kong
recientemente, puede abrir canales de colaboración y ayuda mutua para que la
presencia marista se revitalice en el continente asiático, sobre todo en el
Japón.
http://www.champagnat.org/docs/ES31470_Bol070.doc
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