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03-03-2003 Boletín marista 54 - 3 marzo 2003
Los maristas en Asia optan por la vida
HONG KONG, LA CIUDAD DE LA VIDA
La ciudad china de Hong Kong ha sido escenario de la reunión del Consejo
general ampliado que se ha celebrado del 23 al 26 de febrero. Por Consejo
general ampliado se entiende el Consejo general en pleno más los Consejos de
las Provincias y Distritos, en el caso que nos ocupa, de Asia. Los más de 30
participantes se han alojado en el Centro Honeyville, perteneciente a las
Hermanas Canosianas. La casa, vecina al mar, es un espléndido balcón con vistas
sugerentes del tráfico marítimo de buques y cargueros, que circulan
tranquilamente de manera incesante. En el próximo Boletín marista se dará
cumplida información sobre los temas y dinámicas de esta reunión.
Hong Kong (6,7 millones de habitantes en apenas 1100 km2) es la encrucijada de
5000 años de tradición china con 150 años de influencia colonial inglesa. Desde
el 1 de julio de 1997, Hong Kong retornó a la soberanía china y la nueva
administración ha trabajado desde entonces bajo el principio: "Un país,
dos sistemas". Los folletos publicitarios de la ciudad la califican de la
"Ciudad de la Vida" y se ofrece como centro internacional de
negocios.
Los hermanos maristas llegaron el año 1891 Pekín. Desde entonces constituyeron
una realidad floreciente, pero debieron abandonar sus tareas en 1949. Como
otras muchas instituciones religiosas dedicadas a la educación cristiana, un
grupo de hermanos se desplazó a Hong Kong y a otros países del sudeste asiático
para continuar su trabajo inaugurando en ese año su presencia en esa ciudad. La
actitud acogedora e impulsora del obispo propició que se concentraran en ella
numerosas escuelas católicas. Dos centros maristas funcionan actualmente en
Hong Kong, cuya similitud de nombre haría pensar en una sola, pero no es así:
San Francisco Javier College en Kowloon y San Francisco Javier School en Tsuen
Wan.
El hermano Anthony Cheng, director de la primera, nos facilita la información.
San Francisco Javier College es un centro secundario masculino con 1200
alumnos, en edades comprendidas de 12 a 19 años, a los que imparten educación
60 profesores, entre los cuales seis hermanos. Tras cinco años (12-17) de
estudios, cursan el preuniversitario (17-19) que les abre la puerta de los
estudios universitarios. El entorno ciudadano favorece el uso frecuente e
intenso de la tecnología educativa. Como anécdota cabe recordar que, en este
recinto escolar, estudió un muchacho que regresaría años más tarde de USA para
conectar con sus raíces adolescentes maristas, internacionalmente conocido como
Bruce Lee. Menos del 10% de los alumnos profesan la religión católica. El resto
se distribuye entre distintas confesiones, pero la mayoría es agnóstica. La
tarea evangelizadora en el continente asiático se afronta desde una minoría muy
reducida. En el total de la población de Asia, los católicos representan apenas
el 3%, porcentaje al que es posible llegar por la fuerte implantación del
catolicismo en Filipinas e incluso en Corea. Los católicos garantizan un
testimonio de gran significado no carente de retos importantes. Actuar desde la
minoría resalta aún más el mérito de los hermanos en Asia. El carisma de san
Marcelino es asumido desde perspectivas culturales muy ricas y diversas. El 23
de febrero domingo, la comunidad de este colegio junto con los hermanos de la
otra comunidad así como el Consejo provincial de la Provincia de China dieron
la bienvenida a los hermanos asistentes a la reunión y compartieron con ellos
una comida típica del lugar.
San Francisco Javier School, el otro centro educativo marista de Hong Kong,
también se dedica a la enseñanza secundaria. En él, un total de 49 profesores,
dos de los cuales hermanos, atienden a 940 alumnos. Se trata igualmente de un
centro masculino.
En este escenario, marcado por la verticalidad de sus edificios, el Consejo
general ampliado ha reflexionado sobre la realidad actual y el futuro de la
presencia marista en Asía. Los ecos del 20.º Capitulo general siguen vigentes,
por lo que los hermanos asiáticos, conscientes de sus riquezas y de sus
límites, no han dudado en continuar eligiendo la vida para responder
generosamente a los nuevos retos que su sociedad, cultural y religiosamente
variada y compleja, les plantea.
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